Introducción


"Hay que detenerse un momento, y mirar al cielo en vez en cuando, y darse cuenta de que A VECES, tienes que hacer las cosas AHORA...
en vez de más TARDE... porque LUEGO... LUEGO puede ser dentro de un montón de años y LUEGO, puede ser ya demasiado TARDE... y lo siguiente a NÚNCA... JAMÁS."

a la libertad...

a la libertad...
Todo lo que no ha salido de mi jaula se encuentra en cursiva

CUATRO ESTACIONES CONTIGO

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Nuestro amor comenzó en OTOÑO
te conocí entre barras de pan duro.
Bombos y timbales, que tú ya lo sabes.
Caían las hojas con nuestros nombres,
eran hojas de árboles perennes
Por eso la gente por nosotros,
no daba crédito a nuestros futuros.

Y tú a mi vera, mientras caminando
No veías mis piedras ni su dureza.

Y yo, en tu coño siempre pensando
no veía tus gotas de delicadeza.

No podía imaginar que tus raíces,
germinaran conmigo.
Me creía un campo yermo,
aún lo sigo creyendo.
luego llego el INVIERNO
y seguías andando con mi sino.
Era un lindo infierno,
tu fuego y el mío,
tus pechos junto a mi pecho.
En la casa que habitamos,
muy cerca del río,
en la piedra fría de sus paredes,
se escribieron cuatro nombres
Bombos y timbales, que tú ya lo sabes.
Uno de los nombres lo escribió una mecedora
de madera barnizada al lado de la chimenea.
Con tus efluvios, los míos,
y las mañanas de marzo con r
ocío,
soñaba con pintar esa mecedora
con cuerda y clavos al suelo,
para atar tú vaivén y el mío.
Que traidora la PRIMAVERA,
la lluvia y las nubes
nos pintaban el arco iris.
Y le preguntábamos al vencejo,
si también veía los colores
de ese arco iris por las noches.
Y te preguntaba a ti:
por los besos. ¿Te daba algún beso?
Y tú sólo mirabas al cielo,
y me cantabas 
amargas canciones  
enemigas de las noches
compuestas por tu padre
"verdegeaban, brillantes
Los campos zufarienses"
y reíamos, 
y las luciérnagas
te rodeaban.



Pero cuando el canto cesó,
yo no supe consolarte.
Y para que te olvidases,
por la noche
intentaba regalarte las uvas
de ese racimo de estrellas.
por el día me dedicaba
a deshacer nidos de golondrinas,
para que no manchasen de cacas
tus veredas femeninas.
Y después de limpiar,
a estudiar como escalar,
tus murallones de piedra,
tus murallones de roca
Al caer la noche, al principio con ternura,
en el edredón, probaba tus endrinas,
y una vez borracho levantaba la copa,
el cerebro me obnubilaba.
Cabalgaba y cabalgaba,
que se pare todo,
que no se acabe nunca,
pero siempre se acababa.
El calor de nuestro fuego
dio paso al VERANO,
quemando lo verde
dejándolo amarillo.
No había bastante agua,
y mi volar se quedó en el olvido.
Mi volar y el beso,
que le ofrecí a la tierra
cuando casi rozo el cielo.
Ahora mis alas, reposan en la sombra,
donde los nidos descansan,
entre las ramas del avellano.
Y antes de que caigan las hojas,
cortaré un par de ellas,
y unos bastones dulces me haré.
Para cuando estés lejos,
me ayuden a irte a ver.
Cuando a las flores
las habite el olvido,
no sientas pena amor mío,
qué aún quedará el mirar de las fotos
por los ojos de nuestros hijos.
Y que les quede esto grabado
por si acaso la cabeza,
me juega una mala pasada.
O por si te la juega a ti,
Y al final de todo
que se nos lleven
en una mortal redada.
Haciendo algo malo,
haciendo algo bello.

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