Encontraste un pedazo de tierra,
donde al trabajo lo acompaña
el sosiego, las bestias y la siembra.
Los pinos negros y sus hermanos.
no volverán a ver tus manos.
Entristecidos por que has marchado.
Entristecidos por que has marchado.
Un campo menos para su pasto,
un campo menos para el milano.
Un campo más para los pinos.
La nieve se había instalado en ti, vaquero,
en lo más profundo de tus cabellos,
junto a los puertos umbríos, en los neveros.
junto a los puertos umbríos, en los neveros.
No suenan trompetas en la Iglesia,
pero sale tanto frescor de su capilla
que hasta los servales tiritan y tiemblan.
Se despierta de la siesta el coro,
y sus plegarias acarician los tilos.
A los pájaros les despojan de sus trinos,
A los pájaros les despojan de sus trinos,
cuando las plañideras cantan este himno:
Cuando la trompeta suene
en aquel día final
Y que el alba eterna
rompa en claridad,
Cuando las naciones
salvas a su patria lleguen ya
Y que sea pasada lista
allí estaré.
///Cuando allá se pase
lista,
///A mi nombre yo feliz
responderé.
En aquel día sin nieblas
en que muerte ya no habrá,
Y su gloria el Salvador
impartirá,
Cuando los llamados
entren a su celestial hogar
Y que sea pasada lista
allí he de estar.
Trabajemos por el
Maestro desde el alba al vislumbrar
Siempre hablemos de su
amor y fiel bondad,
Cuando todo aquí fenezca
y nuestra obra cese ya
Cuando sea pasada lista
allí he de estar
El sol calienta y quema.
Los que no hemos entrado
buscamos la sombra.
Al fin, sales de la iglesia.
Sales por San Juan Bautista.
Sales por última vez.
Llevado
por tus paisanos
de tierra alta,
y tus yernos
con sentimientos curtidos.
Escoltado
por la cruz parroquial.
Ya lo sé Enrique, ya lo sé.
Tú hubieras preferido
tu cayado de nogal.
Los perros hoy no ladran
donde nunca se muere Dios,
donde el vaquero soplo el polvo
donde nunca se muere Dios,
donde el vaquero soplo el polvo
de esta tierra sin comunión,
y lo limpio de su zamarra
y también de su zurrón.
Y aunque mis ojos no lloran,
lloran las almas de Aso.
Y aunque mis ojos no lloran
llorará en Agosto mi vaso.
Pues cuando no lo llenes
llorará de vino rancio.
Yo he perdido,
al que por mi ventana pasaba.
Yo he perdido,
al que por mi ventana pasaba.
Yo he perdido,
su caminar y el del ganado.
Yo he perdido
su semblante, su mirada.
Tu mirada que envolvía
un regalo cada día...
ha dejado a Mari Te,
regalando su dulzura.
Y en esta bóveda celeste
no hay suficiente consuelo
para tus hijas, para tus nietas.
Y al gris de este cielo que miro
lo acompaña hoy solo la lluvia
que cae por el azul de sus ojos.
Por ver tu cayado abandonado,
huérfano de tu caminar
hasta donde pace el ganado.
En este día de Junio
se ha instalado el gris,
junto con un adiós
junto con un partir.
En el cerezo borde
se ha posado un cuervo .
En el cerezo borde
hay una noche.
En el cerezo borde
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