Introducción


"Hay que detenerse un momento, y mirar al cielo en vez en cuando, y darse cuenta de que A VECES, tienes que hacer las cosas AHORA...
en vez de más TARDE... porque LUEGO... LUEGO puede ser dentro de un montón de años y LUEGO, puede ser ya demasiado TARDE... y lo siguiente a NÚNCA... JAMÁS."

a la libertad...

a la libertad...
Todo lo que no ha salido de mi jaula se encuentra en cursiva

En el PAÍS de los NIÑOS sin OJOS

viernes, 12 de febrero de 2016

Foto descargada de la red.

Los niños que juegan 
de los niños que quedan,
no tienen parques,
ni campos, ni calles.
Tan sólo escombros
y ruinas en los solares.

Niños que se quedaron
sin tabiques, ni tejados,
sin hogares ni moradas,
sin colegio ni institutos.
Hasta los alacranes
tienen mejores vidas,
debajo de las piedras.




Foto descargada de la red.


Los niños después del ruido,
después del blanco del polvo,
después del rojo interior
que quiso cambiar de color
y no la dejo el temblor.
Se quedaron sin ojos.
Se quedaron sin voz.

Se pusieron lágrimas
para acompañar al horror,
que entro por su mirada,
al romper sus ventanales
los cañones de combate.

Los niños de la guerra
se quedaron sin ojos.
Se los robaron sus lágrimas,
cuando no pudieron despedirse
ni les dio tiempo a decirse adiós.




Foto descargada de la red.


A los niños sin ojos
ya no les acaricia
la voz de sus padres,
ni la de sus familiares.
Solo les acaricia
el viento mudo
el que se dispersa
sin voz...
en sus profundos mares.

Los niños sin ojos se quedaron
sin risa asesinaron su alegría.

A los niños sin ojos se les quedaron
huérfanos sus llantos, nadie los oía.


Los niños sin ojos se quedaron
sin mariposas y sin flores.

A los niños sin ojos se les quedaron
sus bocas meninas sin golosinas.

Que será de ellos
cuando no tengan piernas,
para cruzar esas calles.
Cuando no tengan invierno, 
pero sí frío, a raudales.
Cuando tengan primaveras 
de  frutos virtuales.
Cuando no tengan verano, 
pero sed, sin fluviales.
Cuando tengan los otoños
sin hojas secas, y zarzales.

En lo alto del mástil,
donde ondeaba la bandera,
se posa ahora un ave carroñera.
Pintando con su excremento,
semblantes y rostros duros 
en las caras de los niños.

Niños que ya no son niños
pues no se acuerdan de los besos.
Niños que no son los míos,
ni tampoco los vuestros.
Niños que sólo se conforman
con que no haya tiroteos.

Y comentan los hombres
que la culpa es de los dioses.
A las palomas blancas 
se las comen las ratas.
Ratas que portean por su boca
los nombres de Dios y Alá,
y con sus afiladas garras
también portean sus armas. 

Y yo escupiendo palabras
deseo que ardan en llamas.

Cuánto daño a esos niños.

Cuánto daño...hijos de puta.

Cuánto daño...

Que no pueden volver a empezar.
Ni el viento les puede llevar,
a donde no hay principio,
pues lo asesinó el final.



Foto descargada de la red.

Y yo querría ahora mentir:

Y es que los niños sin ojos
no son nadie, ni nada.
Ni nadie les va a ayudar.

Los niños sin ojos

no tienen árbitros,
que les piten el final.

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